1. Se hacía el propósito iniciar la conversación a esa hora nocturna en que el cuerpo de la mujer se hacía presente y poderoso, hecho para incitar subrepticiamente al suyo. Ese cuerpo que estaba ahí, tendido con una especie de laxitud, quieto como una alimaña en espera de presa. El estaba cansado, no quería voluntariamente hacer "eso". No porque no se sintiera capaz de ello, sino por probarse a sí mismo que era dueño de sus actos. No quería hacerlo. Se obligaba al reposo, llamaba al sueño, muy abiertos los párpados en la obscuridad, las manazas inertes sobre el pecho.
El aire empezaba a enrarecerse y el corazón a darle grandes golpes. La boca se le llenaba de saliva. El cuerpo de Ernestina parecía crecer, avanzar a tocar el suyo. Alargaba una mano callosa de trabajador y encontraba la suavidad tibia de los pechos. La mujer, no hacía un movimiento. Y él se lanzaba a su cavidad profunda como enceguecido, hasta ése momento en que la oía gemir un tierno arrullo bajo su bronco jadear de gozo.
Después el cuerpo de Ernestina volvía a su laxitud y en silencio caía en el sueño.
2. Lo desconcertaba hasta dejarlo atónito la dualidad que representaba Ernestina. ¿Cómo unificar a la suave mujer que de día tan eficientemente se ocupaba de su casa, daba órdenes, cumplía obligaciones sociales, creaba a su alrededor una atmósfera de placidez, una silenciosa cordialidad, correcta y serena, con esa otra criatura como en acecho en la noche hasta lograr su presa? ¿Ésta que de día jamás hubiera él osado besar sino en la frente y que en la noche aceptaba con naturalidad primaria su mano, su boca y su sexo?
¿Cómo serían las otras mujeres? ¿Cómo era el amor? Esa felicidad inenarrable que describían sus libros, realmente, aun observándose bien, él no la sentía. Tan confortablemente estaba antes, en la casa paterna, como ahora en la suya.
3. Cuando Ernestina sintió los primeros síntomas de embarazo, no hubo otro remedio, para sus constantes malestares, para sus vómitos incoercibles, que llevarla a casa de los padres de Reinaldo, donde su madre.
La miraba rencorosamente. Sin ninguna piedad, rencorosamente. Haber creado en él la necesidad de su cuerpo para ahora hacerlo conocer esta otra humillación: el desearla --a pesar de la modorra, de la hinchazón, de la indiferencia--, sin poder ni siquiera acercarse a ella, porque una noche que enloquecido lo intentó, en el esfuerzo por rechazarlo, Ernestina vomitó sobre él bocaradas de bilis.
4. Nunca más fue su mujer.
Para Ernestina el hecho al comienzo fue un descanso en la tensión con que había regresado. Porque ese retorno al hogar, después de nueve meses de padecimientos y de un padecimiento aún mayor en el parto --que requirió una operación cesárea--, podía significar otro proceso semejante. Y no quería más hijos. Todos los medios para, evitarlos le parecían buenos. Pero jamás imaginó que Reinaldo haría caso omiso de ella. Preparada para imponer condiciones, la actitud del marido fue una inesperada solución. Después, a la larga, esa actitud le pareció la evidencia de una querida.
Pensó aliviada: "Con tal que me deje tranquila"...
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Este es el ultimo libro que he leido su autora es Marta Brunet, trata de las diferentes experiencia que viven mujeres siendo silenciadas por la violenta forma de ser de sus maridos, familiares y sociedad. En donde el buscar la perfeccion de mujer las ha llevado a cometer el error de dar su libertad, haciendo caso omiso de sus mas profundos instintos, lo cual me hace pensar cuantas de estas mujeres no fuero violadas, o maltratadas por la sociedad en general, que al verlas debil llegan y las pisotean como si solo fueran objetos!
En mi caso aprendi a no ser Objeto sino que Sujeto! Cada accion realizada esta concebida entre mis pesamientos, sensaciones e intuiciones; eso no te gatrantiza que no te caeras, al contrario lo haras una y otra vez, pero en cada caida aprenderas algo nuevo y te levantaras más fuerte que nunca. El punto de esto es Aprender a vivir de la mejor manera posible y si te caes y dañas, no haberlo hecho con malas intenciones, solo que sea parte del destino.